Cuenta y sigue contando
(Una fábula enriquecedora)

Un deseo ardiente llenaba el alma de ese hombre y por supuesto, también el de su mujer, estaban seguros, no tenían duda de que estar casados, aun después de tantos y tantos años, ha sido por mucho la mejor decisión de sociedad que habían podido tomar, ellos se amaban, ya entrados en edad, pero se amaban. Vivían en una de las provincias más desarrolladas la nación, una metrópolis de su época, ya alcanzada la edad de setenta y cinco años, él, el patriarca, deseaba con vehemencia la llegada de un hijo que aún no llegaba, no obstante el confiaba que llegaría, tarde o temprano lo vería en una realidad. Él oró por años a su Dios por esto, algunas veces hasta tarde y de la mano de su esposa, dedicaron interminables noches a esta petición, a este deseo, poniendo en sus plegarias el amor que tenía esperando a ese heredero, enjugando sus ojos de lágrimas de dolor pero también de esperanza, porque a veces hasta la esperanza duele, en muchas ocasiones nuestro amor esta listo para amar lo que esperamos, pero debemos esperar un poco más.

Su esposa, un poco menor que él, ya había perdido las esperanzas, le acompañaba en sus oraciones por mero apoyo moral, su cuerpo de mujer le hablaba, le gritaba que el tiempo para ver cumplido ese deseo anhelado, que estoy seguro debió ser más fuerte en ella que en él, porque las mujeres nacen queriendo ser madres, eso palpita en ellas, por eso es que los niños no juegan con hijos sino con carros, por eso es que Dios castigo a Adán con trabajo y a la mujer con el parto, porque eso es lo que la mujer anhela más. Lo cierto es que la esperanza de esta mujer había visto su luz apagarse detrás de los años y los intentos fallidos, días pasaron e intentos seguro que hubo, pero el resultado fue el mismo, lo que no fue lo mismo fueron las ganas de seguir tratando, porque eso cuando no se consiguen las cosas, eso se gasta. En cambio el patriarca aún creía, aun lo deseaba y aún oraba, porque la muestra de que confiamos en nuestro Dios es orar.

Este hombre era recto, de buen proceder y conducta intachable, justo sería la mejor palabra para describirlo, este era un hombre justo, no había obtenido lo que deseaba, no tenía a su hijo, per es que la justicia no tiene que ver con lo que recibimos ni con lo que creemos que debemos tener, sino con estar a cuenta con Dios, así dice un concepto en inglés de esa palabra. Un día mientras meditaba, este hombre sintió la voz de ese Dios, el Dios en el cual creía, y casi pudo ver claramente y oír cuando le decía que su espera y su deseo no había sido ignorados, así como muchas veces el creyó, y el anhelo de ese hijo se convirtió en promesa en su corazón porque él lo creyó, porque cuando nos ofrecen algo si no lo creemos no lo aceptamos, y si no lo aceptamos no sucede, no es una promesa, pero este hombre, aquel anciano ya había creído que su deseo llegaría a cumplirse pronto, a pesar de todo.

Las dudas le asaltaron por un momento, claro como nos podría pasar a todos los que anhelamos algo que sabemos que en nuestras capacidades y situaciones actuales, no sería posible.
- No temas - escuchó claramente aquel hombre que le dijeron, es lógico ya que la duda, no es más que miedo de que las cosas no ocurran como las deseamos, el desespero, ese también es miedo - El premio por tu espera será muy grande - continuó diciendo la voz.
- ¿Cómo puedo recibir premio si no tengo la familia que tanto he deseado - respondió el patriarca, sabiendo que sin hijo y además anciano, todo por lo que trabajo quedaría en manos de la servidumbre.
Entonces la voz, Dios, le dijo - Tendrás a tu hijo y con ello a un heredero pero para ello, debes mostrar visión, sal de tu tienda - porque la visión no se consigue en el encierro, cuando nos encerramos en los problemas, en la tristeza, en el miedo, en los fracasos, en los errores, en el resentimiento, no tenemos visión - Y cuenta las estrellas y si las puedes contar así será la descendencia que tengas - porque las estrellas son símbolo de crecer, y en el cielo es que esta la expansión, cuando quieras ver un futuro grande, debes ver al cielo y no al piso.

Este hombre creyó a la promesa que le fue dada, la creyó, y contó, sin miedo él contó, se dedico horas a ello, hasta que el sol oculto las estrellas estuvo contando, porque de verdad quería una familia enorme. Es importante saber entender cuanto estamos dispuestos a planificar y visionar el alcance de lo que anhelamos, este hombre quería un hijo, pero visionó los hijos de sus hijos por generaciones, el contó, creer lo que queremos implica visionarlo por generaciones, salir del encierro de nuestra mente y de nuestra situación actual, de las limitaciones del momento.

Después de creer este hombre de más de cien años y su esposa de noventa concibieron un hijo sano, fuerte e inteligente, porque creyeron, la visión clara y con fe crea resultados sanos, fuertes e inteligentes, resultados que siguen por generaciones. Ellos creyeron y hoy los recordamos como Abraham "Padre de la fe" y Sara "Madre de las generaciones".

Tu visión, la capacidad de contar hasta que veas lo que verdaderamente deseas garantizará que puedas vencer los obstáculos hasta conseguir generaciones de conquista.

Oliver Manrique
Coach de potencial, conferencista y autor
@OliverOFFICIAL
#Oliveramm #Lcp

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